Por Psico. GUADALUPE MARTHA CARRILLO
La familia se conforma de una diversidad de aspectos que a veces reconocemos y casi siempre ignoramos. Conocer bien nuestra familia no es conocerla solo en un aspecto (como aquellos miembros que solo se ocupan de dar dinero, comer y dormir), sino conocer y relacionarnos en ella como fuente motivadora en el manejo de las emociones de los hijos.
Seguramente que si le preguntamos a los padres sobre ¿Cómo les gustaría que fueran sus hijos cuando crecieron? ¿Los describirían como personas felices? autónomas, seguras de sí mismo y con mucho éxito en su desempeño personal y laboral.
Seguido a ello sería interesante cuestionar ¿Qué prácticas utilizan las familias para formar estás actitudes independientes de la obligación de suministrar estudios a sus hijos? Es posible que no puedan identificar dichas prácticas de manera inmediata para ayudarlos a encontrar recordemos que la inteligencia emocional son las habilidades que utilizamos los seres humanos para ser capaces de motivar y persistir frente a las decepciones , es controlar el impulso y demorar la gratificación, es regular el humor y evitar que los problemas disminuyan la capacidad de pensar, mostrar comprensión y tener esperanzas que hoy en día las investigaciones las hace responsable del 80% del éxito profesional del individuo, independiente de que sea médico, artista, vendedor, abogado etc.
Es decir, que además de ser personas con un nivel intelectual alto, también es necesario que les enseñemos a nuestros hijos el sentimiento de la gratitud, la automotivación, la imaginación creadora, la persistencia frente a las dificultades, el control de sus impulsos y la canalización de sus emociones como la ira, la tristeza, el temor, el disgusto, la alegría, el amor y la vergüenza. Por ejemplo: los niños a los seis años ya pueden ponerse en el lugar de los demás y por tanto, tienen que ser capaces de perdonar cuando alguien les hace daño (también deben poder disculparse sí el mal lo infligen ellos.) si a un niño le cuesta trabajo pedir perdón, conviene que los padres le ayuden. Imaginemos que al niño llega de la escuela diciendo que “su mejor amigo lo ha insultado, está muy enojado y no piensa perdonarlos jamás”. ¿Qué podemos hacer para canalizar está emoción?
Primero animarlo a expresar su malestar: “es normal, que te enojes, a nadie le gusta que lo insulten”. Podemos preguntarle qué piensa hacer, si el niño quiere vengarse le haremos ver que esa no es la solución, que tomar represalias solo sirve para alargar la disputa.
Debemos ayudar para que el menor encuentre una explicación, así le será más fácil entender la reacción de su compañero y perdonarlo, esto posibilitará que el niño esté listo para olvidar su resentimiento y reanudar su amistad; no hay que forzarlo, en último término, la decisión de perdonar o no le corresponde exclusivamente a él.
Es así como este tipo de experiencias ayudan a cultivar la inteligencia emocional como ingrediente fundamental de la personalidad, más importante aún que el aspecto intelectual, porque de su concienciación y desarrollo depende el éxito y la felicidad de una persona.
Con estas prácticas en el interior de las relaciones familiares se da el primer paso para enriquecer la formación de los hijos y alcanzar una visión acertada de los que será el manejo de sus relaciones afectivas, laborales y sociales.
COLOREE, REFLEXIONE Y PRACTIQUE
- Los padres deben fomentar las charlas, las preguntas y respuestas, el intercambio de emociones y sentimientos sobre los sucesos que acontecen en la cotidianidad del niño.
- Permitir que sus hijos reconozcan sus errores.
- Dar ejemplo de ser personas con una gran motivación para emprender proyectos y reconocer el talento de los hijos.
- Lograr que al niño aprenda a liberarse del fracaso, la tristeza y el enojo.
- Proporcionarle la oportunidad de “elegir, lo que contribuye a que adquiera mayor independencia y de reconocer las emociones en los demás, con el fin de que descubra que es lo que otros necesitan o quieren, a partir de ello como padres contribuirá a serenar la fuerza de sus emociones.
Nuestro color de hoy: Es el AMARILLO Simboliza la luz, se relaciona con la fuerza y el poder que como padres tenemos para guiar a nuestros hijos.